Restos arqueológicos


El cerro de Ca n'Oliver es una gran yacimiento arqueológico que estuvo ocupado durante toda la época ibérica (del siglo VI al I a. C.) y, posteriormente, durante la alta edad media. El cerro forma parte de las últimas estribaciones de la sierra de Collserola y desde su cima se domina visualmente toda la llanura de la comarca del Vallés. Fue esta situación estratégica la que determinó que fuera habitado durante estas dos épocas.

El yacimiento ibérico corresponde a un poblado de grandes dimensiones que ocupa toda la parte alta del cerro y sus vertientes y que presenta tres fases constructivas que se corresponden con las tres fases de la cultura ibérica. El poblado estaba rodeado por un sistema defensivo formado por la combinación de fosos, torres y puertas. En el interior, la trama urbana se adaptaba a la colina mediante terrazas donde se disponían las hileras de edificaciones adosadas formando una especie de barrios ordenados a partir de calles y pasos transversales. En el exterior se extendía un gran campo de silos.

Desde el poblado de Ca n'Oliver, las elites controlaban la producción agrícola de un amplio territorio circundante donde los responsables de la explotación directa del territorio eran unos pequeños asentamientos en forma de granja. Durante la edad media el cerro se volvió a ocupar. Las excavaciones arqueológicas han permitido documentar restos de construcciones y silos correspondientes a la alta edad media en la vertiente norte.

El cartulario del monasterio de Sant Cugat menciona la existencia de un castellum en la colina. Datos arqueológicos y documentales parecen indicar la existencia de algún tipo de edificaciones vinculadas al control visual del territorio. Desde época medieval no se conoce que nadie volviera a habitar el cerro hasta la fecha. Imágenes antiguas muestran que estaba lleno de bancales donde, posiblemente, se cultivaba viña y árboles frutales. El cerro pertenecía a la masía de Ca n'Oliver, de la que toma el nombre.